En el siguiente texto, el autor ofrece una lectura subjetiva de la película Espíritu sagrado (Chema García Ibarra, 2021). Dado que se mencionarán aspectos cruciales de la trama, se recomienda no acudir al texto sin antes haberla visto.
Permítanme empezar con una pregunta:
¿Cómo se hace la reseña de un libro de poesía? La manera correcta de hacer tal reseña, ¿sería aplicarle el estilo del
“comentario de texto” que nos enseñaron en el colegio?
Si fuera el caso, entonces tendría que comenzar analizando la métrica y la rima del poemario de Oriol Alonso Cano. Poco podría decir, salvo que los versos de Clinamen están escritos en rima libre. Finiquitado el comentario sobre la forma de los poemas, restaría únicamente hablar de su contenido. Y aquí, cual estudiante afanado en obtener una buena nota, podría decir cosas como que en uno de ellos, el poeta baña en ácido un cuerpo supuestamente femenino. Y podría divagar a continuación con significados que remitiesen al desamor, la pulsión de muerte o incluso el horror a lo femenino. Quizá no sea la mejor opción. Vamos a intentar aproximarnos a este libro de otro modo.
El pasado viernes 8 de octubre tuvo
lugar en la Biblioteca del Campo Freudiano el primer encuentro del Cursus
Exprés: Lo serio es la serie. Esta
sesión inicial, que llevó por título Art,
art, art… and the market, fue presentada por nuestros colegas Neus
Carbonell y Héctor García, que contaron con dos invitados. Por un lado, la
doctora en Comunicación por la UPF Cloe Masotta. Por el otro, el filósofo y
poeta Oriol Alonso Cano.
El 3 de junio de 1968 el artista Andy
Warhol sufrió un atentado. Una mujer llamada Valérie Solanas, que meses atrás
le había cedido un guión esperando que el artista produjese una obra con él, se
presentó en su oficina y le disparó con un arma de fuego. Warhol fue hospitalizado
y sobrevivió al ataque. Conservó el resto de su vida las cicatrices de haber
sido alcanzado por un tiro en el costado y con frecuencia se hizo fotografiar
enseñándolas.
Solanas se acercó a un policía
aquella misma tarde y le entregó la pistola que había usado. Le dijo: “Yo
disparé a Andy Warhol. Tenía demasiado control sobre mi vida.” Al salir de la
comisaría tras ser arrestada, los periodistas agolpados a su alrededor le preguntaron
por sus motivos para atentar contra Warhol. Solanas respondió: “Él
controlaba mi vida. Tengo muchas razones, lean mi manifiesto y les dirá quién
soy”.
Cartel del film I Shot Andy Warhol (Mary Harron, 1996)
Antes de que irrumpiera este recién
terminado estado de alarma, acudíamos
a las salas de cine a ver filmes sobre el fin de la civilización.
Cuando a mediados de marzo comenzó el
confinamiento en nuestros hogares, no faltaron las comparaciones y referencias
a ciertas películas sobre pandemias y cataclismos. Aquello que la ficción
audiovisual llevaba décadas anunciándonos parecía estar sucediendo en
definitiva. Imágenes que hasta hace poco constituían nuestro deleite o
entretenimiento esdevenían inquietantes espejos de la actualidad. Cabe
preguntarse pues por la función que ha ocupado hasta ahora la representación
del fin del mundo en el medio cinematográfico.
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