Tendiendo puentes entre el psicoanálisis y la ciudad

Destellos de Rio

Algunas impresiones del X Congreso de la Asociación Mundial de Psicoanálisis.

Un impasible Cristo, lejano e iluminado, estatua masiva de porte inmóvil y promesa silenciosa, recibió en Rio de Janeiro a millar y medio de cuerpos agitados y ruidosos. Analistas y analizantes [1] acudieron al X congreso de la AMP movidos por el aguijoneo de un tema que situaba lo más vivo de existir: el hecho de que, pese a pensar en y por símbolos, jamás podremos ser eficientes máquinas de un sistema. ‘El cuerpo hablante: sobre el inconsciente en el siglo XXI’ es el título que nombró este límite.

Como ustedes saben, Sigmund Freud fundó una práctica para el tratamiento de los síntomas psíquicos que pasaba por una hipótesis: el inconsciente es un texto que se puede leer. En eso, su inconsciente nada se parece al de ningún otro autor u hombre de ciencia.

En el siglo XXI, la práctica del psicoanálisis ha cambiado, en parte. Se vislumbra en el horizonte un inconsciente compuesto de pedazos de palabras o sintagmas, que requieren del analista (ocasionalmente) una interpretación casi corporal, muy alejada de cualquier hermenéutica. Explorar esta forma de hacer era el objetivo del encuentro. Este texto busca transmitir algunos rastros de lo que se pudo escuchar en Rio.

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Close encounters of the third kind

Strangers passing in the street

By chance two separate glances meet

And I am you and what I see is me [2]

Marcus André Vieira, director del congreso, evocó en cierta forma que hay un nexo posible entre estas dos materialidades del inconsciente, el síntoma legible y el síntoma como un órgano aislado de ese cuerpo ajeno que tenemos. Afirmó que un síntoma es el resto de los encuentros, traumáticos en mayor o menor medida, con el Otro. Este Otro nombra el lenguaje que nos constituye como sujetos. También a aquél o aquella stranger que, ser hablante deambulando entre palabras, emite (by chance, ciertamente, pues no es dueño de eso que emite) un decir que sitúa para uno la significación de las cosas.

Esta significación se funda en el afecto, que necesita al cuerpo como la nota musical necesita la caja de resonancia. Este afecto condición del encuentro se presenta de facto como un exceso de goce, precisó Eric Laurent. Pese a que el encuentro supone al semejante, hay una disonancia que impide la reciprocidad. Lo ilustra la canción de Pink Floyd, de la que hemos citado un pasaje. En el ‘what I see’ hay ahí algo más que la persona; cierta presencia impide en efecto decir ‘who I see’. No es sino por un equívoco de más, que concierne a un objeto, que puede establecerse el reconocimiento del otro.

Laurent aclaró en cambio que, en lo que concierne a la singularidad del goce, uno se encuentra solo. Lo cual no excluye un retorno en forma de vínculo social. Este punto lo ilustra bien la figura del dandi, del que Prince o Bowie son buenos ejemplos: se trata de sujetos que han subvertido cualquier clasificación posible de su forma de gozar, de su estar en el mundo. Eso (además de su genio musical) desata las pasiones, estén vivos o muertos. Es el acto sostenido de su singularidad estricta lo que les inscribe en la historia.

El goce, pese a darse como acontecimiento en la soledad de un cuerpo, hace eco. En ese sentido, Laurent recuerda con Espinoza que el cuerpo es solamente algo capaz de afecto, y puede en consecuencia materializarse como cuerpo social. Una lectura del fenómeno de los indignados, cuyo advenimiento en Madrid cumple estos días 5 años, y que se reproduce hoy en París, revela que lo que allí une no es tanto una identificación colectiva como el reclamo de que se carece de una. El despojo de los ideales es lo más nuevo que impone ese capitalismo que los indignados denuncian; eso no hace sino revelar el vacío de legitimidad en que se toman hoy las decisiones. Así, Guy Briole, en la clausura del encuentro, se interrogaba: ¿Qué acto es posible para el analista en esta época del no lugar incesante, una época en que la irresponsabilidad impera?

Para Laurent los cuerpos del capitalismo actual, en ausencia de un límite formal al consumo, viven en una búsqueda de sobredosis sintiente que se extiende al campo de la vida cotidiana. Puenting, balconing, crossfit… son solo nombres de esta extensión de los límites que no hay. Una paradoja, en la medida en que se busca anularlos y situarlos por el mismo movimiento, en un cuerpo dado. En estas prácticas hay algo más que actividad: se busca experimentar el cuerpo como Otro gozante, haciendo de ello una búsqueda experiencial que sitúe una creencia trascendente. La evocación de lo divino aquí no es desproporcionada. Es, quizás, una mística sin religión ni espiritualidad, que toma la propia sustancia viviente como fuente y meta del éxtasis.

Actualidad de los fantasmas

Lo que hace de límite usualmente al goce del cuerpo, dándole su marco, es lo que en psicoanálisis se descubre como fantasma. En el congreso quedó patente que sus variantes siguen latentes. No son infinitas, pero hay una pluralidad de modalidades de fantasma en el ser humano (la más conocida, por ponerla de relevancia Freud, es ‘pegan a un niño’). En el congreso se constató que tienen un valor decisivo en los recorridos de análisis del siglo XXI. Coexistiendo con el síntoma solitario, el fantasma introduce figuras en una dialéctica. Frente a la palabra suelta del síntoma, la fantasía prioriza la sentencia.

Jesus Santiago recordó, por otra parte, que su régimen es plenamente masculino, en la medida en que se trata de una limitación. Lo macho, es eso que en la cultura hace norma, lo que Lacan nombró la normâle [3]. Un análisis tiene por función horadar el todo que conforma esta normal, con el fin de despejar un camino más imprevisible al sujeto, posibilitándole encontrarse con una existencia menos determinada y absoluta. Es decir, abrir al no todo esto, no todo aquello.

Christiane Alberti precisó que las vueltas dadas desde siempre en torno de la novela familiar en una cura analítica siguen ahí: los sujetos del siglo XXI siguen siendo hijos e hijas, y se embrollan en ese teatro hogareño que es el fantasma. Lo nuevo, lo actual, es que este show privado salta hoy con gran facilidad a la escena pública, al Big Brother transformado en espectáculo.

¿Y qué es lo que se da a ver? Si nos atenemos a Lacan, no solo una fachada, sino un andamiaje. Beatriz Udenio sugirió a este respecto que el fantasma adquiere forma mediante dos materialidades: la materia prima en la base de su conformación es la contingencia, el accidente del encuentro con algo apenas visto u oído; una segunda corporeidad deriva de su ordenamiento en elementos conectados, siendo esta articulación la que lo funda como estructura.

Si un análisis busca atrapar el fantasma, desvelarlo en su operatividad lógica, es preciso desmontar las distintas ramas de esta articulación, que Vicente Palomera definió como “parapeto” para destacar su cualidad defensiva. La interpretación analítica tiene que apuntar para ello al vaciado de sentido, y dejar un poco en ayunas a ese inconsciente intérprete que articula sin cesar elementos produciendo sentido y satisfacción inerte.

Fragmentos de pase

En un congreso de psicoanálisis es frecuente escuchar testimonios de analistas que han llevado sus propias experiencias de diván hasta algunas de sus consecuencias esenciales. Un dispositivo se ha pensado para poner a prueba estos recorridos: se denomina pase. Marie-Hélène Brousse indicó sin embargo que no hay unidad de medida común a estos pases. Se trata de una apuesta, en cada caso.

En el congreso de Rio estos testimonios ocuparon un lugar fundamental. Como los textos serán publicados en los lugares pertinentes, nos contentaremos con presentar aquí algunos fragmentos.

– Un hombre sueña con los ojos de su madre arrancados, encima del diván. Tras el sueño y su análisis, elige dejar la danza, una profesión que sostuvo a lo largo de muchos años y en la que exhibía su cuerpo a la mirada, lo cual tenía consecuencias penosas para él. Algo deja de necesitar exhibirse, y puede elegir otra cosa para su vida.

– Una mujer nace y se cría en una familia de extremas convicciones religiosas. De adolescente, su madre le dirige una sentencia que deja una marca indeleble: “tienes el cuerpo del maligno”. En su análisis ubica que, paradójicamente, con esta herida venida del Otro y que siempre pensó traumática, se había armado una identificación que la hacía poderosa. Pudo entonces dejar caer esta imago. Nombra así su análisis como un exorcismo por el equívoco. Como recordó Marie-Hélène Brousse, el equívoco en un análisis vivifica, da libertad. Ello, en detrimento de las fórmulas congeladas que nos teledirigen en la vida.

– Un hombre sitúa en análisis que en su vida buscaba cumplir, en una lógica sacrificial, un destino heroico. Constata entonces un coraje que siempre insistía en su práctica como analista. Caído el ideal heroico, concibe entonces que no es más el coraje lo que le sostiene en su elección de prestarse como analista para otros. Se trata, más bien, de una elección forzada, casi de una necesidad que se deduce de su recorrido.

– La historia de una niña queda marcada desde antes de nacer ésta por la muerte de su abuela paterna, mordida por un perro rabioso. Ya adulta, y durante muchos años, sufría de una dolorosa frialdad en las manos, que no respondía a ningún tratamiento. En el último tramo de su recorrido analítico pregunta a su padre, una vez más, por el fatal acontecimiento. El padre revela entonces que otras dos personas fueron mordidas ese día por el perro en las piernas, pero sobrevivieron. La abuela fue mordida en las manos, y falleció. El síntoma de la frialdad remite entonces.

¿Por qué los cuerpos siguen hablando?

Tal es la pregunta que orientó a Graciela Brodsky en su intervención. Algunos se preguntan por el origen del lenguaje, pero tal y como advirtió Althusser la pregunta por el origen tiene siempre una connotación religiosa. El hecho es que se habla, siempre y sin cesar, y hoy más bien en corrillos, mediante selectos juegos de lenguaje (para retomar la célebre expresión de Wittgenstein, evocada por Jacques-Alain Miller en su conferencia de clausura del congreso).

En torno de las lenguas comunes, ciertamente, se conforman comunidades; también en torno de las creencias. Para Lacan, lo recordó Brodsky, los psicoanalistas devienen eso que hacen por su creencia en el inconsciente. Si la experiencia del diván puede antojarse como una suerte de autismo de a dos, es justamente el recurso a una lengua común lo que permite una elucidación y diluye esta dimensión.

Respecto de la función del psicoanalista, Philippe La Sagna definió de forma alegre la posición que conviene: es cuando uno deja de interesarse en que otro se interese por su síntoma cuando uno puede interesarse por el síntoma de otros. Lo cual deja pensar que es el amor por el propio caso lo que hace objeción a un interés real por lo que sucede en los cuerpos hablantes de los demás.

Hay, sin embargo, sujetos que hacen un uso distinto de la lengua. Bruno de Halleux testimonió en la Jornada Clínica del congreso acerca de lo más íntimo de su trabajo con niños autistas. Durante muchos años, confesó, la posición de éstos le resultaba fascinante, pues encarnan una suerte de Otro radical. En ocasiones esta fascinación le llevaba a no oírlos, a no verlos.

En el autismo, dijo, hay presencia en bruto del cuerpo, en la medida en que en los cuerpos de los niños autistas no se encuentran huellas de lo simbólico (como sí puede leerse, por ejemplo, en el último fragmento de testimonio que se ha presentado),  ni lo imaginario (el reconocimiento del propio cuerpo en el espejo).

Concluyó, sin embargo, de forma a invalidar parcialmente esta afirmación: en el autismo, nada de lo que se diga es satisfactorio. El sentido no sirve para capturar lo que sucede en la clínica con estos sujetos.

Cuerpo, ser y forma

Un prestigioso antropólogo fue invitado a esbozar en el congreso la concepción del cuerpo en las tribus del Amazonas que viene estudiando desde hace años. Remarcó que los indios en su percepción nunca están desnudos, sino que las prendas que visten, sus tatuajes y escarificaciones, consisten en la fabricación de un cuerpo artificial. Se fabrican un cuerpo en el grupo. El cuerpo debe leerse pues no tanto en el sentido de la anatomía, sino en el de los hábitos, la sociología o los modos de comportamiento.

Ahora bien, un cuerpo es también algo útil, como demuestran los cuerpos de los animales. Es algo que se usa. Lo que distingue a los humanos de los animales en los que se miran, en cuyos cuerpos los chamanes pueden viajar, es pues el cuerpo como tecnología.

El mundo indígena se funda en un no-reconocimiento, añadió. Es un mundo siempre en disputa: y es que hacia dentro, todos los animales se perciben como humanos. Son seres, y ello los humaniza. Sin embargo, hacia afuera, no reconocen a los otros ejemplares de otras especies como humanos.

Es preciso, así, mantener las diferencias en un mundo en que todo se comunica de forma equívoca: se trata de un mundo saturado de signos. El ser, con el lenguaje, se extiende sin límite a la naturaleza misma.

Consecuentemente, toda interacción de los indígenas con el mundo es política. Los mensajes circulan por todos los lados, ya que todas las cosas del mundo poseen un alma humana. Así, todos los seres están escindidos en su forma. Ser y percepción quedan claramente distinguidos en la cultura amazónica.

Clausura… En dirección a Barcelona

Jacques-Alain Miller constató que a lo largo del congreso el resplandor del cuerpo se había llevado por delante el subtítulo, que hace referencia al inconsciente… cosa que le pareció bien, visto el entusiasmo despertado. Sin embargo, precisó que durante mucho tiempo en Lacan planeó un sueño, un deseo: que el inconsciente fuera solamente un asunto de lógica. Este horizonte se dibujaba como corolario del inconsciente estructurado como un lenguaje, que suponía la proximidad del psicoanálisis y la lingüística. Hablamos en efecto de sujeto del inconsciente justamente en la medida en que no tiene referencia al cuerpo.

No es sino hacia el final de su enseñanza cuando Lacan indica que el inconsciente atañe al cuerpo hablante. No se trata de una ruptura, sino de una torsión, ya que en este último periodo los virajes se redondean. Remite a lo que nombraba mediante la expresión LOM [4]. LOM, el hombre, es eso que tiene un cuerpo, y es hablante. Pero no es un cuerpo lo que habla: es LOM quién habla con su cuerpo. Si el hombre piensa con su alma, como apuntó Aristóteles, es preciso recordar que habla con su cuerpo, tomándolo como instrumento: tal fue la apuesta de lectura de Miller. Hay equivalencia, dijo, entre inconsciente y pulsión en la medida en que tienen el mismo origen, el efecto de la palabra en el cuerpo. El inconsciente no deriva entonces de la lógica pura, sino del goce.

En la medida en que es suyo, en que lo tiene, en que lo lleva y se ve llevado a decir, eso tiene visos de ser singular (aún cuando el lenguaje tiende al universal).

Es por este núcleo singular, sintomático de lo que no funciona para la especie, que no hay universal de las lenguas, no puede decirse “todas las lenguas”. Este universal está implícito cuando se obvia la distinción entre lengua y lenguaje, pudiendo ser deducible de la tesis según la cual el inconsciente está estructurado como un lenguaje.

Es justamente porque recuerda sistemáticamente el límite de este empuje al universal, sea por la vía del capitalismo, sea por la vía del discurso de la ciencia extendido a todos los ámbitos del saber, que Guy Briole recordó que el psicoanálisis se desplaza en tierras hostiles. Hoy, y quizás siempre.

Ante eso, nada mejor que el acogedor clima de Barcelona, nuestra ciudad, para acoger a la Asociación Mundial de Psicoanálisis en 2018. Si el tema del próximo congreso quedó abierto, le correspondió a Miquel Bassols, presidente de la AMP, dar un esbozo de a dónde apunta. Tras evocar la dualidad cartesiana entre sustancia pensante y sustancia extensa, se tratará de acercarse a esa sustancia gozante que hace, del cuerpo de cada uno, una pieza suelta que no sabrá encontrar su totalidad en el otro. Bassols recordó el verso del poeta Gabriel Ferrater para hacer resonar esa sustancia, que nombró res fluens: “No soy sino la mano con la que tú palpas”. Una forma, catalana, de nombrar ese what que hace eco en la canción de Pink Floyd. Una res fluens que se abordará, además, mediante la noción de acto psicoanalítico.

Con esta articulación, enigma a la vez que eje de trabajo, ¡les esperamos en Barcelona!

 

[1] Dícese de los sujetos que acuden a un analista para psicoanalizarse.

[2] Los aficionados al rock inmortal de los progresivos Pink Floyd sabrán reconocer estos versos, de su canción Echoes (1971).

[3] Condensación de Lacan, en forma de neologismo, entre norma y macho, norme y mâle en francés, y que es homófono de la palabra ‘normal’.

[4] Las siglas LOM son homófonas en francés con l’homme, el hombre.

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