Psiquiatrización de la educación, crisis de la transferencia
En 1937 Freud introducía, en su texto Análisis terminable e interminable (2), la idea de las profesiones “imposibles” -analizar, gobernar, educar-, respecto a las cuales “se puede dar anticipadamente por cierta la insuficiencia del resultado”. Con Lacan pensaremos esta profesión desde la lógica del no-todo: así como no todo es analizable – hay el núcleo de goce irreductible-, no todo es educable -precisamente porque hay ese núcleo de goce irreductible-.
El malestar, si no se capta y respeta este punto de imposibilidad, atravesará entonces a educadores y a alumnos. A ello se suma actualmente otro malestar, que evidencia una profunda crisis en la educación y repercute en el vínculo educativo, ligado a la transferencia. Los cambios que se producen a nivel social, fruto de la caída de los grandes ideales que sostenían el mundo de los bloques, se han traducido en una declinación de la autoridad, en un aumento de la dificultad para ubicarse en un mundo sin guías firmes, que ya no responde a la ética del trabajo duro para asegurarse un futuro estable y un buen nivel de vida. La precariedad está a la orden del día, la corrupción se ha disparado, la democracia se despolitiza… todo ello afecta al lazo social y aparecen síntomas relacionados, como muestran los adolescentes, especialmente sensibles por la complejidad del momento vital que atraviesan: ausentismo escolar, dificultades de vínculo o de conducta, desinterés por el aprendizaje, aburrimiento…