Morir todavía
Una pareja joven, Will y Kira, han sido invitados a cenar en casa de otra pareja, Eden y David. Will y Eden estaban casados, pero su unión se rompió tras la muerte de su hijo. Después de la ruptura, Eden desapareció durante dos años. Ahora, para confirmar su reaparición, ha convocado a su ex marido y al grupo de amigos que compartían a una cena en la que ella y David -el partenaire que ha encontrado durante sus dos años de ausencia- oficiarán de anfitriones. Este es el punto de partida del filme The Invitation (Karyn Kusama, 2015).
Esta premisa podría dar para un lacrimógeno drama o una comedia esperanzadora. Pero estamos ante un film de género fantástico y muy pronto advertiremos que esa invitación esconde algo realmente turbador a través de la mirada de Will, cuya barba poblada y gesto apagado señalan los efectos traumáticos que tuvo sobre él la muerte de su hijo.
En efecto, acudir a esa cena supone para Will regresar a la casa que había habitado junto a Eden y al pequeño, al que todavía puede ver cuando recorre las diferentes habitaciones. Pero la actitud siniestramente afectuosa de David y Eden -que aparece luciendo un vestido blanco, como si de la encarnación viviente de la pureza se tratase-, parece apuntar directamente a hacer olvidar la muerte del hijo. Además, se han sumado a la celebración dos personajes inquietantes invitados por David.