Puerto Lagarto
¿Quieres destrozarle la vida a un joven?
Llévalo a Puerto Lagarto.
Siguiendo la costa del Pacífico desde Lázaro Cárdenas, pasada la
ciénaga, esa espantosa zona afectada por los derrames de
vertidos tóxicos de los sesenta, se llega a un espacio fuera del
espacio, donde el tiempo se comba, y en lugar de transcurrir, se
orilla a un margen, y se estanca. Un estanque de tiempo en un
lugar perfectamente ubicuo, pero por todos eludido; el dedo
nunca se detiene en un mapa sobre la mancha de Puerto
Lagarto. Podría afirmar: “la carretera serpentea de tal enfermizo
modo que cuando se llega ya no se quiere volver a salir”, pero sé
que solo lo haría en un sentido retórico. Lo cierto es que si no
se quiere volver a salir de aquí es porque Puerto Lagarto casi es
el paraíso.