Persona o la máscara frente a lo real.
“Yo era ellos y ellos estaban dentro de mí”:
Bergman llegó a mí antes que el psicoanálisis. La fascinación nació con Persona (1966) y a ésta le siguieron Gritos y susurros (1972), Un verano con Mónica (1953), Sonata de otoño (1978), Fresas salvajes (1957) entre otras. Pero la fascinación a veces se hacía trizas y devenía odio desbocado o sufrimiento inexorable; inocencia interrumpida o estado de gracia; claroscuros, rojos-negros, fotogramas…
También el cineasta llamó mi atención: Con una biografía relatada por él mismo, La linterna mágica (1987), donde se recoge desde su infancia hasta sus últimos años, Ingmar Bergman dará cuenta de la influencia que su vida personal ejerce en sus magistrales films. Entre todos los puntos de la entramada biografía resaltan las tormentosas relaciones parentales, que guían su primera infancia, y que aparecerán como constante en sus películas, entrevistas, biografías.
