Culpa
Poema de Oriol Alonso Cano
Llegué a la cima,
y vi como te amputaban
ambas piernas.
Querían, según me confesaron,
que jamás te levantaras,
deseaban verte serpenteando
por el polvo
que ellos pisaban con desprecio.
Llegué a la cueva,
y contemplé cómo te cercenaban
los dos brazos,
para que no abrazases,
tal y como se vanagloriaron,
las quimeras
que tanto acunaste
en aquellos tiempos
donde la ilusión se desparramaba
por cualquier agujero
de la realidad.
Llegué al desierto
y me anonadé
al percibir tu cabeza rodar
impasiblemente.
No querían volver a ver
ese rostro aniñado y pícaro,
que desafiaba
la apatía de lo cotidiano.
Ya no vi
como enterraban,
lo que quedaba
de tu cuerpo
en un lugar secreto,
supongo que lejos,
al extrarradio,
donde tu carne
no fuese una amenaza
para la cadencia
de nuestro tiempo.
Sin embargo,
no ceso de sentir
tus suspiros y tus caricias,
aunque a veces,
se confundan
con golpes y jadeos,
que me recuerdan siempre
la complicidad en tu tortura
y mi vergüenza eterna.